Santiago de Cuba.
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“Hay locura que hicieron el día”… así dice el cantor y a mí se me antoja que lo hace pensando en el 26 de Julio de 1953, cuando Santiago de Cuba amaneció de sol y metralla. Cómo si no, entender la osadía de aquellos intrépidos jóvenes, bisoños guerreros de pecho abierto a las balas y corazón desbordado de Patria.

“Hay locuras de Diosa y de Dios”… sigue cantando el poeta y a mí se me antoja que lo dice pensando en Fidel, en Raúl, en Almeida, en Haydée y Melba, en Abel Santamaría y sus ojos ya desorbitados que no dejan de mirarnos, de dar luz a los cubanos y las cubanas.
“Hay locuras tan bellas, tan sanas, tan puras, que una de ellas será mi morir”… termina de cantar Silvio Rodríguez y a mí se me sigue antojando que ha calcado en letras esta irrevocable decisión muestra de entregar alma y aliento por la cosa más sencillas y más grandes: por Cuba, porque siempre siga siendo 26 de Julio en Santiago, y por que continúen existiendo “locuras que son la esperanza”.
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